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Jean Cocteau, un artista de múltiples talentos, fue un huésped leal de la Costa Azul, y de otras muchas de las ciudades, las cuales aún llevan la huella de su viaje.
En 1950, cuando el poeta acababa de rodar su película “Les Enfants Terribles”, su amiga Francine Weisweiller la invita a pasar unos días en su villa de Cap Ferrat. Seducido por la belleza y la magia del lugar, Jean Cocteau permanecerá durante varios meses en la villa y se convertirá en un huésped habitual del lugar.

Es durante esta primera estancia que comenzará, según su expresión a "tatuar" las paredes blancas y desnudas de la villa.
En su primera intervención, sobre la chimenea, Cocteau dibuja un Apolo rodeado de sus sacerdotes. Los pescadores del cercano pueblo de Villefranche, lugar donde el artista reside parte del año, quienes le sirvieron como fuente de inspiración.
La gran sala del comedor está recubierta de esparto y rafia, enmarcando el monumental tapiz de más de tres metros diseñado por Cocteau y elaborado por los artesanos de Aubusson, a quienes llamaba “los arpistas” por su destreza y arte con los hilos al tejer.

En 1952, Cocteau realiza el film “La Villa Santo Sospir”, utilizando los colores vivos del Kodachrome con una destreza de pintor.
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